viernes, 7 de septiembre de 2012

Reseña de libros: El olvido de la razón, de Juan José Sebreli

Juan José Sebreli. El olvido de la razón. Un recorrido por la filosofía contemporánea. Editorial Debate. Primera edición, junio de 2007. 438 páginas

Jose María Valverde en su obra Vida y muerte de las ideas hace la apreciación de que el ensayo de George Steiner sobre Heidegger termina sin decidir si se trata de un coloso en la historia de la mente humana o un enorme embaucador. En la obra que comentamos, El olvido de la razón, Heidegger es junto con Nietsche uno de los protagonista del estudio. Pero aquí no cabe esa acusación. El libro deja claro que es un embaucador, además de un peligros apologista del fascismo.




Esa claridad es uno de los mayores valores del libro, sobre todo sin consideramos que no abunda en los libros de historia de la filosofía. Me resultan no solo torpes, sino además peligrosos, esos textos. Me refiero a tantas obras, a menudo empleados para la enseñanza que se limitan a indicar que tal filósofo decía y el otro decía otra cosa. En una especie de neutralidad que se supone deben tener las enciclopedias, pero que se me antoja una neutralidad torpe. Hay una frase en la introducción de este libro que me gusta como resumen de lo que digo: La intención de ser objetivo en el análisis de los filósofos y sus obras no significa la neutralidad (pág 16). Objetividad contra neutralidad, lo reivindico.
Sin lugar a duda en la historia de la ciencia el paradigma es distinto al habitual en la historia de la filosofía. Los elogios a Galileo, por ejemplo, no impiden decir que su teoría de las mareas estaba equivocada, que acertó en otras muchas cosas y planteó lo que iba a ser la Ciencia a partir de entonces. Incluso Karl Popper justifica el error de las mareas como científico (por la información que manejaba Galileo), pero queda claro que es un error. Así que en esos textos además de saber lo que dice Galileo (lo podemos leer en sus obras) sabemos bastante sobre que partes han resultado ciertas y que partes equivocadas. Reivindico ese avance de la ciencia respecto esa vuelta de tiovivo que dan muchas historias de la Filosofía. La historia sin análisis ni reflexión es una crónica vacía.

Centrémonos en el libro que comentamos. Su tesis es denunciar la sinrazón de muchos de los filósofos del siglo XX que hacen que su filosofía sea más un engaño que pensamiento real. El autor considera que la Ilustración supone el triunfo de la razón sobre la religión y la filosofía que critica supone un intento de volver atrás. Ciertamente se me antoja una especie de religión laica que pretende perpetuar la fe y evitar el razonamiento.

Sin lugar a duda el máximo exponente de esta falta de razón es Nietzsche. Coincido en mucho con esa crítica. La lectura de El Anticristo me motivó a estudiar filosofía y a Nietzsche. Me motivó porque leí muchas ideas contra las que lucho. Me motivó para denunciar la falsedad del autor y esas ideas. Cuando cayó en mis manos la Historia del pensamiento occidental de Bertrand Russell me sentí reconfortado por su opinión negativa sobre Nietzsche. Sebreli estudia la ligazón entre Nietzsche y el fascismo que lo tomaría como filósofo de referencia y concluye que no es una relación ajena a las teorías del filósofo. Nietzsche promueve el fascismo en sus textos y es un complice perfecto de las ideas racistas, misóginas, antisemitas y violentas.
Aplaudo que el libro avance en la crítica y denuncie las actuales corrientes de izquierda que apoyan a Nietzsche. Aunque siempre me han causado cierto asombro, tengo que reconocer que son más habituales de lo que uno podía pensar. He oido a feministas defender a Nietzsche argumentado que no se le había entendido bien. Ya me he acostumbrado a que se defienda de la misma manera la Biblia y el Corán, pero pese a ello siento miedo de esa irracionalidad.

El capítulo sobre Nietzsche es precedido de un intento de nómina de sus antecesores. Por supuesto no podría faltar el pesimista Schopenauer, posiblemente el padre de todo este irracionalismo. Más rara resulta la presencia de Dostoievski, a quien se ve obligado a justificar como algo más que un literato. Posiblemente acierte.

A Nietzsche le sigue Heidegger como otro exponente de la irracionalidad fascista. Quizás en este caso su filofascismo no necesita demostración, puesto que el mismo Heidegger se afilió al partido nazi y fue considerado como uno de sus principales valedores en la Universidad. El hecho de que posteriormente renunciara a algunas de sus posturas parece más fruto de sus encontronazos de poder que de un cambio de ideas. Quiero dejar claro que el autor no hace una crítica política, sino filosófica, pero como bien explica, resulta imposible desligar ambas posturas y más en autores como Heidegger. El libro lo acusa de poco claro. Heidegger hace gala de una indeterminación total en sus exposiciones, forzando textos enrevesados y ambiguos. Con ello busca la complicidad de lectores incapaces de desarrollar su racionalidad y necesitados de frases que puedan servirle de ayuda. Dice textualmente: La incomprensibilidad de la forma respondía a la irracionalidad del contenido (pág 100). O de una forma más ácida: su lenguaje era deliberada e innecesariamente difícil, críptico, con frecuencia enigmático; una jerga que no se sabía si quería decir algo o todo lo contrario (pág 99).

La nómina de filósofos irracionales continúa con Freud, LeviStrauss, Lacan, Foucault y algunos más. Me ha resultado curioso que apenas cite en un breve párrafo el libro Imposturas intelectuales que deja fuera de juego a estos autores de confusiones. Ese detalle me sirve para llegar a comentar el último capítulo del libro.

En ese último capítulo, Sebreli, supongo que con cierto cargo de conciencia, quiere plantear después de destruir a tanto autor necio, dónde está la filosofía racional. Aquí no está a la misma altura, pero se le perdona. Creo que para hacerlo bien necesatia una buena dosis de Ciencia. Posiblemente el método científico resuelve mucha de sus dudas. Puede que sea el momento de preguntarse por ese vértigo a ceder la filosofía al mundo de la ciencia. Desde la antiguedad griega el flujo es constante, pero no hemos llegado al asalto final. Sebreli creo que entiende mal la teoría de los paradigmas de Thomas S. Khun (culpa en parte de éste) y no acierta del todo en su intento de incluir la ciencia en su discurso.
En términos modernos y más vulgares diremos para los que nos leen que los filósofos a los que alude Sebreli son, con toda razón, los inventores de la autoayuda, esa autoayuda que es una mezcla de ideas religiosas y parecidas con connotaciones del mundo actual. No ayuda, sino confunde.
En resumen, una buena lectura que aconsejo y que espero sirva para reivindicar la racionalidad en nuestro proceder a todos los niveles.
Otras crítidas del libro las puedes encontrar en los siguientes enlaces:
Me ha gustado también un comentario sobre el libro de un usuario de www.lacasadellibro.com. Lo resume muy bien y dice textualmente lo siguiente: 


Este libro es una demolición minuciosa, y hasta divertida, de las filosofías y las estéticas irracionales. Sebreli ataca a los románticos, a Schopenhauer, a Nietzsche, al psicoanálisis, a los fascismos, a los estructuralismos y a los posmodernismos. él postula la necesidad de volver al racionalismo, a la Ilustración, a la fe en la ciencia, a la universalización de los derechos humanos, etc. Leer este libro nos salva de leer otros que solamente hacen perder el tiempo.
Juan José Sebreli

Juan José Sebreli es un intelectual argentino, nacido en Buenos Aires en 1930. Se le cita como sociólogo, historiador, crítico literario y filósofo.
Fotografía de Juan José Sebreli (distribuida por Debate para promoción del libro, (c) Editorial Perfil)